"El Rodeo": 40 Años en Predio Propio
12 de Enero de 1980
[12/01/2020] En 1974 se había aprobado la Ley Nº 8206 de la Provincia de Buenos Aires que expropiaba el inmueble de unas 4 hectáreas, que desde fines de 1940 alquilaba "El Rodeo" en El Palomar al Dr. Alejandro Miñones, y se lo otorgaba a la Institución "para destinarlo al cumplimiento de actividades tradicionalistas, culturales y deportivas y por el término de veinte años". El expediente había sido aprobado por la Cámara de Dipuatdos provincial el 19 de Diciembre de 1973, luego el Senado lo aprobó con modificaciones el 14 de Agosto de 1974, finalmente una semana después, el 22 de Agosto, los Diputados le dieron la sanción definitiva; siendo promulgada el 2 de Septiembre mediante el Decreto 5304/1974.
En Marzo de 1979 Don Daniel Melo asume la Presidencia de la Institución y hacia mediados de año comienza otra etapa triste ya que la Ley quedó en el olvido y se los emplazó a devolver las tierras. En ese momento el Gobernador de facto era el General Saint Jean, “El Rodeo” fue a verlo y le llevó un cuadro de un mazorquero pintado por “Fito” y Saint Jean, que conocía la institución por la cercanía con el Colegio Militar de la Nación, les aseguró que no corrían ningún peligro.
Pero todo cambiaría junto con el Ministro de Gobierno provincial, asume el cargo Jaime Smart que resultó ser pariente de antiguos propietarios de las tierras que las habían perdido por unas hipotecas hacia fines del 1800, entonces la maraña de juicios se complicó, los descendientes del Dr. Miñone seguían reclamando las tierras por lo que pensaban devolver el dinero de la expropiación para retenerlas, pero en ese caso los descendientes de aquellos propietarios les harían juicio a ellos para que les restituyan el predio. Era tal la influencia de quienes reclamaban las tierras que se empezaron cerrar las puertas a las que “El Rodeo” podía recurrir; el Fiscal que llevaba la causa dejó de recibirlos, lo mismo ocurrió con la Señora del entonces Presidente de Facto General Jorge Videla, quien había concurrido varias veces a la Institución e incluso había donado piezas arqueológicas del Perú al Museo.
Ya no bastaban las influencias que se podían tener para torcer la situación, en la Fiscalía se les dio 90 días para desocupar el lugar. El Coronel Pires Apolonia, Intendente de Morón, ofreció el campo del Fortín El Gallo, en ese predio estuvo luego el campo de trote y actualmente la cárcel de Ituzaingó, pero consideraron que ir a tierras prestadas cuando eran echados de unas otorgadas por una ley no generaba ninguna seguridad pero tampoco querían volver a alquilar. En una reunión de la Comisión Directiva en la que se trataba esta situación, “Fito” Binaghi propuso vender todo, hasta la imagen de la Virgen de Luján que él había hecho si era necesario, para comprar un lugar para establecerse de por vida.
Se decidió, entonces, la venta. Se habló con el Rematador Santiago Davio para que organizara el Remate, se convocó a Francisco Pardo, de la Casa Pardo, para que mandara un tasador. Con la evaluación de estas dos personas se llegó a la conclusión de que se podía reunir una suma considerable. La nueva tarea fue buscar el predio, no tan sencilla ya que la idea original era no salir del Partido de Morón donde tantas relaciones y beneficios tenían. Se dirigieron a catastro a buscar donde hubieran entre 4 y 6 hectáreas para tratar de comprarlas, pero los dueños de las que encontraron no querían vender.
Entonces todos comenzaron a buscar un lugar, entre ellos el Dr. Luis Romero consiguió un auto prestado y con Daniel Melo se sumaron a la búsqueda siempre dentro del Partido de Morón, cierto día yendo por la Avenida Gaona que todavía no estaba asfaltada, cruzaron el Puente de Márquez y vieron un cartel de la Inmobiliaria Fiks de Ramos Mejía ofreciendo por allí un campo de 7 hectáreas, empezaron a buscarlo y no fue fácil ya que la calle Puente Márquez, que pasa por la tranquera, no estaba marcada aunque si figuraba en catastro. El Dr. Romero volvió muy entusiasmado con el lugar, aunque Melo no estaba del todo convencido por aquella idea de no salir de Morón, aunque éstas estuvieran solamente a pocas cuadras del límite , el principal problema que veían era la imposibilidad de trasladar el capital humano que trabajaba en “El Rodeo” y que en gran número era de la zona.
Se decide evaluar las condiciones del lugar para las actividades y “Fito” va a verlas con Pascual Licropani, Carlos López y Félix Billone y se enamora del lugar que por entonces tenía solamente los eucaliptus, las casuarinas y las cuatro piezas que ocupan la Secretaría y la Tesorería. No bien volvieron a El Palomar “Fito” imaginó un plano de utilización del predio que pese a que el campo tenía un pastizal que le llegaba al pecho resultó de una exactitud tal que todo fue dispuesto como lo soñó “Fito” ese día.
Entonces se va a hablar con el Sr. Fiks quien no cobró comisión por la venta sólo se le abonó los gastos de las colegiaturas intervinientes, cuando se efectiviza la compra el Escribano Gil Navarro, amigo del Dr. Lunardi, que realiza la escritura tampoco cobra honorarios sólo lo que debió abonar al Colegio de Escribanos. Cuando se cambió el alambrado de ocho hilos por el olímpico el Sr. Parra que lo realizó dio la facilidad de pagarlo en 8 cuotas, pero cuando se le abonó la cuarta decidió no cobrar las 4 restantes.
La decisión de realizar el remate no fue fácil de tomar incluso algunos socios rompieron el carnet como muestra del desagrado que la noticia les había causado, pero fue mucha más la gente que sintió que era el momento de luchar en serio por la institución y pusieron el hombro y respaldaron la acción . En el remate se fueron piezas muy importantes que consiguieron altos precios pero que nunca más se podrán reunir en un mismo lugar sobre todo porque muchas fueron compradas por encargo del exterior. El rematador Santiago Davio redujo la comisión que le correspondía.
El Dr. Romero calculadora en mano, sumaba pieza a pieza los valores reunidos ya que como se necesitaban U$S 250.000.-, unos $MN 320.000.000.-, para la compra del terreno al llegar a esa suma se interrumpiría el remate. Por su parte el gobierno bonaerense ofrecía un subsidio por $MN 150.000.000.-. Incluso un grupo de socios había llevado sus recados y los certificados de sus caballos para que fueran vendidos si no se conseguía la suma fijada. Fueron muchos los medios de comunicación que tomaron la noticia del remate y la difundieron, radios, diarios y revistas.
El Predio propio en Puente de Márquez
Con aquel plano que ideara “Fito” cuando vio por primera vez el campo se realizó una maqueta donde se ubicó la Capilla, el mástil, el campo de actividades, la cancha de sortijas contra el alambrado del fondo donde había 300 metros libres ideales para esa actividad, el embarcadero, la enramada. Lo primero que se construyó fueron los sanitarios, invirtieron todo el dinero que fueron recaudando durante el primer año para esa obra. Desde las cuatro piezas que tenía la construcción original se “extendió el alero” previo desalojo de las familias de murciélagos que habitan sus techos. Las habitaciones que ocupan la Secretaría y la Tesorería, eran dormitorios y la cocina, respectivamente; además del baño y el hall de entrada.
Cuando se comenzó con la mudanza era necesario que alguien cuidara las cosas, esa persona fue Don Florencio Flores por entonces Vicepresidente de la Institución, quien pidió permiso en su trabajo y se instaló en una carpa con “Lina”, su esposa, entre las casuarinas que estaban junto al Museo. Él fue el cuidador del patrimonio institucional durante los primeros 4 meses posteriores a la mudanza. Flores recibía los camiones que venían con todas las cosas de El Palomar, los efectivos de la 1ª Brigada Aérea de El Palomar ayudaron a desmantelar las construcciones de aquel predio y algunos de sus camiones participaron de la mudanzas junto a otros de la empresa Martín y Martín por gestión de algunos socios que allí trabajaban como Osvaldo Spadafora. Nuevamente “El Rodeo” se agrandó desde la desgracia porque tenía con qué engrandecerse y salir del mal momento que le había tocado vivir, pero que ya no se repetirá porque consiguió un lugar propio donde seguir creciendo.
A la medianoche del 11 de Enero de 1980 se realizó la despedida de El Palomar con una marcha de a caballo, con los carruajes de la institución, la carreta con la Virgen y gran cantidad de socios, amigos y vecinos que comenzó con gran tristeza y que se volvió alegría al comenzar la peregrinación hacia “nuestra tierra prometida”. El Coronel Pires Apolonia, Intendente de Morón, viajó en el Landó Presidencial para saludar a la institución que dejaba su jurisdicción. En el histórico Puente de Márquez sobre el Río de la Reconquista, divisor de los dos partidos, se realizó una ceremonia muy emotiva, cerca de las 11 de la mañana el Coronel Pires Apolonia los despidió desde su lado, del otro lado los esperaba el Dr. Julio Asseff, Intendente de Moreno, para darles la bienvenida. El 12 de Enero se produjo la entrada oficial al nuevo campo. De los escombros de El Palomar se edificó “El Rodeo” con mayor fortaleza.
Cuando se comenzó a realizar algunos techos empezaron a regresar los muebles y todas aquellas cosas que no habían sido rematadas y que habían sido repartidas en las casas de los socios, también se recibió muchas cosas que se habían vendido y que la generosidad de la gente hizo que fueran nuevamente donadas. “El Rodeo” no salió a pedir aquellas cosas que había vendido, seguramente hubiera conseguido que muchas fueran devueltas, pero se decidió respetar la venta no era ético vender las piezas y luego reclamarlas, por suerte fue bastante la gente que resolvió volver a donar algunas cosas que habían comprado.
En las primeras fiestas la pulpería, una de las principales fuentes de ingreso, funcionó de una manera particular: por intermedio de un amigo de “Fito” que trabajaba en la firma Siemmens se consiguió la donación de tres cajones de 4 metros de lado de madera de pino de una pulgada, se pusieron en fila y al abrirse, la tapa se bajaba formando un piso para la gente que se acercaba, y se les había cruzado una tabla que oficiaba de mostrador que era atendido por Luis Romero, Oscar Guarnieri y Osvaldo Spadafora entre otros, al fin de la fiesta se levantaba la tapa y se los cerraba con un candado quedando los cajones en medio del campo.
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